El Comando Amelia es un comando de alumbrado, barrido y limpieza,
de acción pequeña pero contribuyente.
¡AMELIA VENCE!

viernes, 20 de septiembre de 2013

¡Por una Argentina rubia y soberana!
















Hace algunos años, en un trágico incendio de un edificio usurpado del barrio de La Boca murieron niños, lamentablemente. Inocentes pequeños, hijos de usurpadores, nietos, bisnietos de usurpadores.
Por eso, haciendo tripas corazón y en aras de la conservación del justo sistema en el que privilegiadamente nos ha tocado vivir, tal vez no valga la pena darle tanta importancia a las noticias referidas a marginados de la sociedad, que no hacen mas que infringir nuestra sagrada ley de la Propiedad Privada, a pesar de que distinguidos periodistas de nuestro país hagan profundas investigaciones acerca de esta calamidad que nos azota, sin otro provecho que el de mantener el alerta en la sociedad. Tal vez la mayor amenaza sea que estos “debidamente-privados-de-la-propiedad”, desde siempre han respondido simplemente a la primitiva naturaleza, en la que podemos ver que los animales no poseen las cosas, a lo sumo las usan, nada más. Así es la mera naturaleza, ese conjunto de todo lo formado, en donde no ha intervenido aún el mayor capital de la historia: la civilización humana. Por eso -civilizadamente hablando- tampoco es muy saludable hacer que aparezca como un acto de solidaridad el hecho de que a los primarios sobrevivientes del trágico incendio sólo los hayan ayudado en forma inmediata y desesperada otros ejemplares de la zona. Por supuesto, eso no es solidaridad. Sólo se trata de salvajes reacciones primarias, incivilizadas, que los llevan a darse mutuo abrigo, a reagruparse en otros lugares, como en esa -alarmantemente laboriosa- Cooperativa de Vivienda del Comedor Los Pibes, cuyos integrantes han tenido el “tupé” de crear nuevas fuentes de trabajo (¡qué disparate!) y la imprudencia de construir viviendas dignas para el albergue de esta gente, queriendo así poder infiltrarse, enquistándose nada menos que en el tradicional barrio de La Boca, uno de los centros turísticos más relevantes de nuestra impecable ciudad. (No nos olvidemos que recuperar la elegancia perdida seguirá siendo una de nuestras más insignes obligaciones) Aquél trágico día, el Gobierno de la Ciudad, al que la inmensa mayoría hemos votado, sólo comparable al del entrañable colombiano don Alvaro Uribe, no pudo hacer otra cosa que lo debido: mandar a los bomberos a que hicieran su trabajo, pero también a la policía, para evitar algún ocasional acto de vandalismo. Ya se sabe que los usurpadores son gente de cuidado, muy peligrosa. Y además, convengamos en que el presupuesto de la Ciudad no está para subsidiar indiscriminadamente a esos individuos, sólo ocupados en generar “proles” (de allí el desafortunado término marxista que ellos usan para autodefinirse: “proletarios”). Todo esto a pesar del infatigable, transparente empeño que ponen nuestras autoridades para incluirlos en los planes de la salud, la educación, la vivienda y el trabajo. En tal caso (mis disculpas si no puedo dejar de lado a nuestro saludable, porteño sentido del humor) lo propio sería otorgarles un “suicidio habitacional”, al menos. Sin irme por las ramas, ha ocurrido una desgracia,, y eso causa dolor en el corazón de cualquier occidental y cristiano que se precie. También en la Franja de Gaza han muerto niños, aunque estos como una trágica consecuencia de la noble empresa que los hermanos israelíes llevan a cabo para lograr la exterminación definitiva de un perverso foco terrorista, a la sazón también usurpador, que todavía pretende socavar la libertad, la decencia y la seguridad del gran pueblo de Israel. En nuestro caso, lo que está en juego, vuelvo a repetirlo, es la Propiedad Privada, la que no estamos dispuestos a ceder a usurpadores disfrazados de desposeídos, a terroristas. Haciendo un poco de historia, a la civilizada, sagrada Propiedad Privada no fue posible establecerla sino hasta después de la Edad Media, finalmente. Lamentablemente, con el correr de los años, el pretendido “ascenso del proletariado” fue afectando paulatinamente a la importancia de la propiedad real y personal, infranqueable. Ahora bien, ¿cómo llegar a una solución de este problema? Obviamente no hay otra vía que el desalojo de los predios usurpados. De la mano de la Justicia. Sin provocar nuevos apiñaderos de crecimiento alarmante, desagradables escenarios de posibles tragedias que ocuparían inútilmente las primeras páginas de nuestros periódicos y las pantallas de nuestros televisores. Tal vez la estrategia mas eficiente sea la de devolver minuciosamente a cada ejemplar a la tierra de sus ancestros, con la colaboración de los gobiernos provinciales. Así, en zonas naturales, podrían seguir viviendo cómodamente, desarrollando sus costumbres sin alterar la trabajada mejoría de nuestra querida ciudad. Entretanto, sigamos disfrutando, impulsando, Haciendo Buenos Aires, cumpliendo con el exhaustivo menú de obligaciones ciudadanas, con las que finalmente podremos mostrar a todo Occidente los mejores resultados en materia del cuidado del ambiente y el espacio público, de la cultura, del desarrollo económico, de la justicia social y la salud, mientras atendemos los hospitales, mientras corregimos las escuelas, mientras hacemos las obras para no inundarnos, mientras arreglamos los baches, mientras refinamos a la distinguida Policía Metropolitana. Para que los turistas se sorprendan. Para que todos ellos quieran volver a Buenos Aires, la capital cultural de América Latina.
¡Por una Argentina rubia y soberana!

Un libro con entrevistas a Donvi (Rubens Vitale). Seguiremos tratando de aprender.

lunes, 9 de septiembre de 2013

El Nigger este jueves en el primer Encuentro de Humor Político Federal, organizado por...¡Thelma y Nancy! en la ciudad de Córdoba, en el que participará una amorosa caterva de truhanes! Y ya sabés: si no te reís, morís! Chuic!


Y, que le va a hacer, sigo con historias de mi vida.

















Cuando mis viejos se separaron yo tenía trece años y mi hermana Mimí veintitrés. Mimí (genia tocando boogie woogie en el piano) estaba enganchada hacía años con Carlos Aguirre, periodista y escritor (“Argelia año 8” es su trabajo más conocido) que hacía un tiempo se había rajado a Cuba a cubrir lo de la revolución junto a su compañero Jorge Masetti, entre otros. Se había ido mi viejo después de tantos años y en casa quedamos mi vieja, Mimí y yo. Había que recomponer la cosa, pero la alegría de mi vieja no alcanzaba. Encima, en medio de aquel enero caluroso, creo que del año 1959, un día sonó el teléfono y era Carlos, que alborozado le dijo a Mimí que ¡habían ganado! y que se fuera para allá con él, que le garpaba el viaje.
Así es que a los pocos días en casa quedamos sólo mi vieja y yo. Mimí se había ido a Cuba. La situación era complicada, porque yo empezaba la secundaria en el Pellegrini, siempre mi educación controlada por mi viejo desde su estudio, como ya lo había sido en mi primaria en el Colegio Lasalle. Y en casa crecía la tristeza de estar solos mi vieja y yo. Pero, hete aquí, que mi tío José María (Cucurucho) que vivía de lo más tranquilo en una hermosa casa de Villa Devoto acompañado por Reynaldo Padovani, su querido amigo de toda la vida (quien muchos años atrás había sido la niñera -ahora “nanny”, ja!- que me acompañaba y me llevaba al zoológico cuando mis viejos estaban ocupados: mi viejo con su canto lírico y su estudio contable y mi vieja con sus clases en el Instituto Musical Fontova, en Viamonte al mil ochocientos, edificio ya desparecido) al enterarse Cucurucho de que su amada hermana y su sobrino habían quedado solos allá en la calle Tucumán, ¿qué piensan que hizo este tipo? Sí, vendió su casa de Villa devoto y se vino a vivir al pleno centro con nosotros dos. Una actitud demasiado inusual, imposible de olvidar y de agradecer al querido tío Cucurucho. Y la historia siguió. Después vendría toda mi adolescencia, compartida con mi vieja y Cucurucho, años fontovianos de pura cepa, conchisumá. Y yo todavía tenía trece o catorce años.

Nuestra yegua en Rusia.


El círculo rojo es la bandera de Japón. (Comentario de Monica Bass) "El circulo rojo es la bandera de Japón. Japón con ejercito yanqui, con Okinawa, una de sus provincias, invadida de bases militares yanquis. Japón con dos bombas atragantadas en sus corbatas de la casa Armani en Tokio. Japón y sus samurais jubilados jugando en sus "iphones" última generación. Japón desvirtuado dentro del primer mundo de Occidente, tratando de redondearse los ojos. Pobre Japón. Si el circulo rojo de Macri es como el circulo rojo de Japón actual, sometido pero limpito."

viernes, 6 de septiembre de 2013

Otra de las historias de mi vieja.

















Resulta que sólo para hinchar las guindas en algunas reuniones en las que participaban, mi vieja y su hermano, mi querido tío Jose María (pianista, musicólogo, dedicado al estudio de la música de Heitor Villa-Lobos, compositor brasileño), ambos muy compinches, de esos que pocas veces conocí, habían inventando un personaje ficticio, al que llamaban “Tittella”.
En medio de esas charlas en las que se mencionaban enjambres de personajes notables de la cultura, mi vieja y Cucurucho (así lo llamábamos al tío José María) deslizaban el nombre de “Titella”, como si este hubiera sido un emblemático personaje del arte que fuera, el que a ellos se les hubiera cantado en ese momento. Así fue que tantas veces, algunos “expertos” terminaban conociendo y hablando de Tittella y de su historia, el personaje inventado por mi vieja y mi tío.
¡Par de hijos de puta, mi vieja y Cucurucho!

miércoles, 4 de septiembre de 2013

¡Feliz Año Nuevo, Rosh Hashana!


lunes, 2 de septiembre de 2013

Y aquí va otro ataque más de esos que le agarran a uno, de acordarse de cosas buenas.

















Otra de las de mi vieja querida.
Era la noche del 6 de Enero. Y el asunto, para todos, era esperar los regalos de los Reyes que iban a aparecer a la mañana siguiente.
Nosotros vivíamos en Plaza Lavalle, que en aquellos años estaba colmada de “mateos”, carros de paseo tirados por un caballo, fileteados con un hermoso estilo más que porteño. Y los caballos, en la espera, no podían más que cagar y mear en el lugar.
(Imaginate, Macri).
Así es que mi vieja, se ocupaba –sottovoce- de recoger algunas muestras de bosta.
La noche anterior ya habíamos preparado baldes de agua y algunos bollos de pasto para que bebieran y comieran los camellos de los Reyes. Pasó la noche y al despertar, para mi sorpresa, el living estaba colmado de regalos, de baldes vacíos, de algunos restos de pasto y de bosta, que sin duda era de los camellos.
Pero, en medio de los regalos, había pequeños trozos de carbón. Y mi vieja decía que esos eran mensajes de los Reyes por las cagadas que yo me había mandado, que ella no tenía nada que ver.
Como uno había hecho cagadas, resultaba razonable. Pero no importaba, porque había multitud de regalos. Ahora, si de golpe nos vamos a otro momento del año -Agosto, por ejemplo- el pequeño Nigger había cometido otra de sus cagadas y ahora estaba jugando con un trompo en el patio. Pero en eso, desde arriba, le caía un trozo de carbón. Susto total. Cagado de miedo le dice a su vieja: “Mirá, mamá, lo que me cayó desde arriba!”.
Y ella sólo dijo: "¿Viste? No jodas, negrito."