Uno de nuestros gatos, Luzbelito, el más viejo, ya está casi ciego, y ni ahí el tipo se resigna a apoltronarse sobre algún almohadón, esperando a que todo termine. No. Sigue caminando, yendo de aquí para allá tropezando, llevándose todo por delante, sillas, muebles, a nosotros, a los otros gatos. Sigue subiendo y bajando las escaleras, a veces derrapando. Se la banca como el guerrero que es, y sigue, el bravo, querido Luzbelito. Un ejemplo para nosotros, los blandengues humanos, conchisumá!
Los gatos son lo más, el mío corrió hasta los últimos 4 días antes de partir de éste planeta y tenía 20 años. Lo amo, lo extraño
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