Nunca comí tanto, tan rico como lo estoy haciendo ahora,
y no se si podré volver a hacerlo.
Somos cientos deslizándonos como enloquecidas.
Esto es realmente conmovedor.
Es maravilloso paladear entre todos
este gigantesco y delicioso manjar,
en medio de una algarabía general
que seguramente se debe escuchar más allá de los yuyos.
Y a pesar de estar saboreando esta delicia
tan frenéticamente apretadas,
enroscándonos, entrelazadas unas con otras,
no me molesta escurrirme entre tantas,
o que muchas se deslicen sobre mí.
Esto forma parte del placer general,
todas luciendo más lubricadas, vivas y lustrosas que nunca.
Es la felicidad de saborear este inmenso manjar.
Ya algunas veces había podido comer
algunos pequeños bocados aislados, solitarios,
pero jamás compartir este monumental banquete
con tantas hermanas serpenteando eufóricas.
Y mientras sigo comiendo, enroscándome dichosa,
siento ese impulso que siempre me hace agradecerle
a la tierra húmeda por el alimento.
Nadie me enseñó a hacerlo, simplemente sale.
Como seguramente le va a salir
a la afortunada gallina que me picotee y me paladee algún día.
Ya todos saben que para las gallinas
las lombrices somos el manjar favorito.
Hasta entonces seguiré comiendo.
no me molesta escurrirme entre tantas,
o que muchas se deslicen sobre mí.
Esto forma parte del placer general,
todas luciendo más lubricadas, vivas y lustrosas que nunca.
Es la felicidad de saborear este inmenso manjar.
Ya algunas veces había podido comer
algunos pequeños bocados aislados, solitarios,
pero jamás compartir este monumental banquete
con tantas hermanas serpenteando eufóricas.
Y mientras sigo comiendo, enroscándome dichosa,
siento ese impulso que siempre me hace agradecerle
a la tierra húmeda por el alimento.
Nadie me enseñó a hacerlo, simplemente sale.
Como seguramente le va a salir
a la afortunada gallina que me picotee y me paladee algún día.
Ya todos saben que para las gallinas
las lombrices somos el manjar favorito.
Hasta entonces seguiré comiendo.
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