Doña Teresa vive en Villa Lugano y su casa es vieja y larga. Puro malvón, enredadera y alegría del hogar.
Cada mañana, haciendo sonar sus chancletas y con un mate en la mano, Don Luis, el mejor compañero de su vida, le recuerda que ella es lo mejor de todo lo que existe.
“Buen día, mi yegua” son las palabras que el viejo, mirándola a los ojos y apretándole la pera, le dispara al despertar junto con el primero de todos los besos del día.
Doña Teresa es una abuela hermosa de pelo completamente blanco, de las que dan ganas de estrujar y oler sin piedad.
Su ropa y toda ella es un arrebato de olor a pan casero y especias, y cuando está como ida tomando el fresco entre sus plantas, preguntándose con tristeza donde se fueron los que ya no volverán, su mirada llega hasta muy lejos.
Y no hay vez que después de darle un abrazo y un beso no diga que eso hace tan bien al corazón.
Ella es la misma que fue cuando sus ojos eran puro fuego y sus labios de color ciruela. Cuando sus brazos, sus piernas y sus manos eran fuertes como un árbol de limón. Cuando a los veinte años la hermosa Teresa se abrió al amor y aquel resplandor de perlas de su cara se transformó para siempre en un granate caliente.
Cuando su belleza se hizo dueña de una encendida opinión general y se transformó en el sueño de todo el que la veía barriendo la vereda.
Como lo sigue siendo hoy.
No hay mucho más que decir de esta vieja princesa de la tierra,
de otra de las hermosas frutas que maduraron,
excepto que ella ya sabe muy bien que hacer cuando le viene la tristeza.
La transforma en deliciosas tortas fritas,
en panqueques, en sambayón.
5 comentarios:
Gracias.
Increíble, no hay ni puede haber algo mejor escrito sobre el asunto, nada más completo, nada más elocuente, nada más gráfico, nada más sintético, nada más poético.
Aplausos de pie.
que bueno negro. me hizo acordar fuertemente a mi abuela, teresita, hoy con alzeimer. gracias, se me pianto un lagrimon
que linda la belleza que se sostiene a pesar de los devenires, seguramente todos aspiramos a retenerla (si es que alguna vez la tuvimos). Y lo más llamativo es reencontrar en la profundidad de esa mirada tierna que algunos conservan, el ser apasionado que han sido.
Ojalá la vida no nos quite eso!
Es una hermosa estampa, por cierto muy poética. Es como una imagen que todos, de un modo u otro llevamos dentro, para ese viejo, que como dice el Nano, también "llevamos encima".
Abrazote Negrazo.
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