Somos muy pequeñitas y muy queridas
por traer buena suerte,
como lo hacen también
el trébol de cuatro hojas y las herraduras.
Se nos conoce como las vaquitas de San Antonio
y realmente es un honor que nos hayan asociado
con aquél viejo santo milagrero,
el que otorga los mayores favores, el santo del amor.
Y aunque no existan las palabras,
sólo hace falta vernos arrancar vuelo
desde la palma de alguna mano,
para poder entender lo nuestro,
que es seguir dando vueltas por aquí,
deseándoles buena suerte a todos.
3 comentarios:
le comento acá lo del calle trece porque en el otro post se le enyenó de pajeros. Qué lo parió!!!. Otro día, en post equivocado le diré todo lo que me ha gustado el de la vaquita de San Antonio,
Puta !!! si habré pueteado a la pobre vaquita cuando era un pebete y no me daba tiempo de pedir mis tres deseos, antes de que se volara.
Ahora soy más piola, solo le pide que regrese como deseo, así siempre tengo algo de crédito.
Abrazote, Nigger.
sos más dulce negro!
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