“La excesiva exaltación de las pasiones por la economía
se va a cristalizar de forma muy oscura en la historia próxima”
Así lo dijo hace tiempo un oscurantista alemán,
anticipando, en aquellos años, que, entre tantas otras cosas,
el Occidente se derrumbaría catastróficamente.
Esto es sólo un ejemplo de la desesperada capacidad humana
de poder prever algo en forma exacta,
tan contraria al estilo de la casual, natural economía
con la que las abejas fabrican su miel,
una inmemorial práctica grupal que simplemente actúa,
sin imaginar ni prever la perfección.
Así, como habiendo imitado a las abejas,
los idiomas podrían haberse comunicado entre sí, casualmente,
y el resultado hubiera sido algo perfecto y redondo,
como una naranja.
Y habrían desaparecido para siempre
millones de antiguas, oscuras maldiciones catalogadas
en la historia de todas las lenguas.
Aunque al parecer, de haber seguido ese maravilloso plan,
aún hoy faltaría desterrar algunas cosas.
Entre otras, ciertas costumbres arraigadas
en lugares como Carolina del Sur,
donde hoy todavía se oyen abominaciones cantadas
por populosos coros de voces endemoniadas,
de gentes vestidas con togas y capuchas blancas
al frente de gigantescas cruces en llamas,
Presencias confirmadas desde siempre por espíritus de esclavos
que todavía sobrevuelan viejos muelles
donde hoy todavía se oyen abominaciones cantadas
por populosos coros de voces endemoniadas,
de gentes vestidas con togas y capuchas blancas
al frente de gigantescas cruces en llamas,
Presencias confirmadas desde siempre por espíritus de esclavos
que todavía sobrevuelan viejos muelles
donde alguna vez fueron volcados como papas.
Así es, como tantas otras cosas,
lo que vaticinó aquél oscurantista alemán de la vieja Europa,
que ya murió, completamente solo,
en su pequeña casa de Stuttgart, más loco que un jilguero.
Así es, como tantas otras cosas,
lo que vaticinó aquél oscurantista alemán de la vieja Europa,
que ya murió, completamente solo,
en su pequeña casa de Stuttgart, más loco que un jilguero.
1 comentario:
El fuego y la cruz purifican...
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