domingo, 8 de enero de 2012
EL FENÓMENO DE MI DESCOMER - HF
Recuerdo el día en que el poder del olor de mis deyecciones
comenzó a ejercer tal influencia alquímica a mi alrededor
que haría palidecer de envidia al mismísimo Hermes Trismegisto.
Fue hace un par de años.
En medio de una clásica depresión de domingo por la tarde
tuve fuertes ganas de ir al baño a descomer
y tomé al azar un libro de la biblioteca.
Era un clásico español. Cómodamente sentado lo abrí
y comencé con el descomer y la lectura.
Ahí ocurrió por primera vez el fenómeno.
Donde otras veces había leído
textos de lo más castizos y elegantes, de pronto sobre el papel,
que se tornó súbitamente más oscuro leí algo como:
“¡Cojones!,dijo su Alteza,
poniendo sobre la mesa una caja de condones...
¡Está bien, por mil tifones, que os folléis a mis hijas,
más no os limpiéis las pijas en los grandes cortinones!...”
y cosas por el estilo.
En un principio creí que había agarrado un libro de guarradas,
pero no, era el mismo de tapas mullidas de cuero gastado
que alguna vez había tomado de la biblioteca de mi padre.
Algo confundido lo examiné al volver a guardarlo
y para mi sorpresa no sólo las hojas habían vuelto a ser blancas
sino que también el texto había vuelto a ser el original:
Calderón de la Barca.
El fenómeno era algo realmente fuera de lo común.
Esa noche casi no pude dormir esperando volver a sentir ganas.
Después del desayuno y sin poder pensar en otra cosa,
algo pareció gestarse por fin.
Tomé al inconfundible Martín Fierro y fui a sentarme.
Una vez más, la gestión del descomer tenía éxito.
Abrí el libro y vi como el papel nuevamente se oscurecía súbitamente
y no pude creer lo que leían mis ojos: …
“Así el tonto al pastar en la paz de la ciruela
al pobre me lo revela una plena voz de paria,
como clave comisaria con el altar se nos vuela”...
Así empezó todo esto. Y el efecto de mis deyecciones
no sólo actuaba sobre papeles y textos impresos,
sino que producía también otro tipo de fenómenos.
Otro día, apareció un colibrí zumbando por todo el baño.
Casi alucinado pulsé el botón, eché algo de spray
y fue allí que el pequeño pájaro volvió a ser lo que era, una mosca.
Y hay más...
Una tarde, tomando unos mates con mi amiga Cristina tuve ganas.
Fui y descomí. Pero ni pulsé el botón ni eché spray.
Hice mi autolavado y fui a buscarla a Cristina,
obesa , no muy agraciada la pobre,
y le pedí por favor que entrara al toilette conmigo.
Lo hizo, riendo como loca por la nueva locura de su amigo,
apretándose la nariz con los dedos y...volvió a producirse la cosa.
Le pedí a Cristina que se mirara en el espejo.
Cuando lo hizo dio un tremendo grito
y se tambaleó como para desplomarse. No era para menos.
Cristina se vio reflejada como quien era realmente en ese momento:
Nastassia Kinsky.
En mí no hubo sorpresa. A esa altura yo ya estaba acostumbrado
a ver reflejado en el espejo a Pacino, Echarri, Harvey Keitel.
Al concluir el pasmo de la gorda Cris (Nastassia, en ese momento)
nuestro abrazo ya no fué el de los amigos que siempre habíamos sido
sino algo furioso, una pasión que era una novedad para mí.
A partir de ahí las escenas de amor
fueron entre una infinidad de beldades.
Al principio era algo molesto hacerlo siempre en el baño,
hasta que decidí ampliar el campo de acción.
A la fuente del fenómeno comencé a ponerla debajo de mi cama.
Como lo hacía mi abuela con su escupidera.
Pero no todas son flores en esta historia.
Cierta vez, se tapó el water
y tuve que acudir a la ayuda de Martín, el cloaquero.
Fue espantoso lo que tuve que contenerme
al ver a la mismísima Sharon Stone agachada en el baño
frente a mí haciendo su trabajo.
De todas maneras no me puedo quejar.
Aquí estoy con mi querida Cristina, o como se llame ahora,
viendo como todo cambia a nuestro alrededor.
Y a pesar de que ya no recibimos visitas, somos muy felices,
y del olor ya nos olvidamos.
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8 comentarios:
¡Escatológicamente apasionante!
Muy bueno Horacio,muy bueno.
Un delirio de los tuyos, maravilloso, no se puede parar de leer.
Maravilloso, te cuento que tengo un juego de palangana y escupidera antigua, voy a probar qué me pasa, la pongo en el baño grande y pruebo. También puedo ir con la compu y las posibilidades son todas, es una idea que te tiro. Beso.
Tá ma bueno que la mierda!!
Antes se decía "Fellini es un poroto al lado de este relato". Hablando del tema, no sería mala idea comer unos porotos antes del experimento y observerar las consecuencias.
Qué bueno que el Nigger use parte de su tiempo para alegrarnos esta vida de descomer.
Se vé que entendió quela vida es un porotro.
Tom Lupo(Anónimo las pelotas)
¡¡¡Charles Bukowski Sudaca!!!
Pensé que había abandonado sus prácticas de hippismo.
Me cagué de risa :)
Excelente, Grone...!!!
Digo porque ahí hay una chala humeante
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