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miércoles, 11 de enero de 2012

LA LOMA QUE DIVIDE UNA HERENCIA - HF


Por orden de verticalidad,
el nombre de un teatro de Posadas
será “Manuel de Gancia”
en honor al estupendo actor misionero
que hizo famosa a la obra “La loma que divide una herencia”,
cuyos temas centrales eran el arrojo, el amor y la relatividad.
Invariablemente, después de ver la función,
esa noche se soñaba con correr desenfrenadamente
por autopistas atestadas, suplicando que todos los automóviles
dejen de tener asientos inútiles,
por pertenecer únicamente al reino de los acompañantes.
Y lo realmente inolvidable
es que la garantía de disfrutar semejante ensueño
estaba impresa en el programa,
y era necesario que estuviese firmada y sellada, a la salida de la sala,
para así poder garantizar la exacta conducta
de las resultantes oníricas, que no podían ser otras.
Sueños terapéuticos, decían,
de los que enaltecen la acción de la noche y la oscuridad,
con sus infinitas propiedades, no solo la de enfriar todo.
Desde ya hubo otros sueños,
los inducidos en forma gratuita por obra de la propia voluntad,
como aquel tan de moda en los setentas,
el de las deslumbrantes negras
bailando en patios rodeados por gigantescos pórticos
que llevaban inscriptos infinidad de símbolos,
como el de los dorados pies de Teodora
o el de los embriagadores ojos de Constantino,
entre tantos otros.
Sueños ya en desuso, pero cargados
de imágenes osadas y valientes.
Aunque, a pesar del correr del tiempo,
ninguno sigue siendo tan recordado y venerado
como el de correr desenfrenadamente
por autopistas atestadas, suplicando que todos los automóviles
dejen de tener asientos inútiles,
por pertenecer únicamente al reino de los acompañantes.
El sueño que producía “La loma que divide una herencia”,
la grandiosa obra que encabezaba aquel estupendo actor misionero,
el siempre recordado Manuel de Gancia.

1 comentario:

profquesada dijo...

Extraordinario Negro, me gustó mucho.
abrazo