lunes, 10 de enero de 2011
UN GATO EN LA INQUISICIÓN - HF
Aquí estoy, sucio, escondido entre la basura,
detrás de un barril, en un callejón hediondo, embarrado,
temiendo por mi vida y concentrado
en que nadie me pueda encontrar
para ir a tirarme en alguna hoguera,
como últimamente lo están haciendo con todos nosotros.
Hace mucho tiempo fuimos sagrados,
pero ¿de que sirvió esa abismal ventaja,
si cambió tanto nuestra historia entre los humanos?
Antes sagrados, ahora malditos,
como parte de un plan de unos perversos
que quieren a toda costa invertir el curso la historia.
Junto con nosotros arden en miles de hogueras
las condenadas como “brujas”, por obra y gracia
de unos que luciendo atuendos negros y miradas oscuras
reclaman el poder absoluto,
en nombre de alguien que pensaba y obraba
de forma exactamente opuesta, aquel famoso Jesús.
Estamos en medio de lo que se ha dado en llamar
la Santa Inquisición,
y prácticamente nos han matado a todos.
Ya quedamos muy pocos,
y espero que no me encuentren en este basural.
No debe ser nada agradable ser quemado vivo
ante la mirada lasciva de los inquisidores.
Y pobres, ellas,
las conocedoras de las virtudes curativas
etéreas, vegetales, minerales,
las que sólo quieren seguir la meta de algunas antiguas diosas,
la de representar lo mejor, la de aliviar el dolor ajeno,
la de trascender lo conocido.
Justamente ahora las vienen a quemar vivas.
Ahora, cuando mas se las necesitaría para curar
a la gente que ha empezado a enfermar mortalmente,
muriendo de a millones, mártires de una horrible enfermedad
que crece imparable, a la que llaman “la peste negra”.
Y es que sin nosotros, los gatos,
las inmundas ratas transmisoras de esta desgracia
están de parabienes.
Ya se reproducen a un ritmo desenfrenado,
vertiginoso, impunemente,
sin nadie que les de caza.
Se hicieron dueñas de todo,
gracias a estos oscuros seres que aprietan una cruz en la mano,
supurando desde las profundidades el puro odio por los ojos.
Las apestosas, jubilosas ratas disfrutando de la muerte general.
Tal vez hayan sido ellas las artífices de todo este plan macabro,
el de la Santa Inquisición.
O tal vez estos demonios sean realmente ratas disfrazadas.
Es muy probable, porque actúan de una forma tan parecida.
Casi exactamente igual, diría.
La tristeza es inmensamente mayor que el miedo,
porque no es justo lo que está ocurriendo,
nadie merecía tanto dolor.
Todo hubiera sido tanto más fácil
sin la aparición de estos emisarios de lo tenebroso.
Sigo aquí, solo, erizándome, escondido detrás de un barril,
y a las pestilencias las puedo sentir mucho mas
que el mas sensible de todos los hombres.
Son olores nauseabundos, de muerte,
nada tienen que ver con la hermosa vida
que supuestamente planeó el creador de todas las cosas,
a menos que, finalmente, dolorosamente,
el también sea cómplice de estos horribles malvados.
Tal vez no tenga chance de escapar,
trataré de entregarme a la suerte que me toque,
sintiendo con todo mi corazón que hasta el último momento
seguiré siendo un fiel amigo,
uno mas que morirá junto a ellas en la hoguera.
Ya no lo veré, ojalá el tiempo corrija la historia.
Ojalá que aquél famoso Jesús pueda echar alguna luz
para ponerle fin a esta plaga de malditos
que desde siempre actúa usurpando su nombre.
Ojalá algún día podamos volver a ser ya no sagrados,
pero por lo menos recibidos, queridos y acariciados
como lo fuimos durante tanto tiempo.
Porque aunque a nosotros ahora nos sacrifiquen
por ser compañeros de las brujas,
nunca vamos a dejar de ser lo que siempre fuimos.
Simplemente animales cariñosos,
dispuestos a disfrutar de la vida junto a ustedes.
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1 comentario:
Pedazo de Negro talentoso, me hacés moquear...
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