El Comando Amelia es un comando de alumbrado, barrido y limpieza,
de acción pequeña pero contribuyente.
¡AMELIA VENCE!

jueves, 11 de julio de 2013

Pepe Mujica en La Garganta Poderosa

















Sin entrevista pautada, ni cita acordada, ni nada de lo que el protocolo indica, ¡caímos en la casa del Pepe Mujica! Porque leal a su historia, a su memoria y al futuro de la conciencia universal, el presidente villero se caga en la burocracia y en todo bien material. Vive normalmente, junto a su esposa y su mascota, con tiempo suficiente para tomar mate o para darnos una nota, con esa sensibilidad prodigiosa que le permite subirse a La Poderosa, en una campaña que desatará la revolución anfibia: “Te pido un mar, un mar para Bolivia”. Parando la pelota en un planeta que gira a mil, le atribuye a la clase media las revueltas en Brasil, sin negar la desigualdad de esa sociedad, atravesada durante años por un manoseo inmundo:  ”Es uno de los países más injustos de la tierra, en el continente más injusto del mundo”. Desde la ideología y la gestión, le pone ladrillos a nuestros sueños de urbanización: “Si podés brindarle una casa humilde a una madre abandonada, no podés cobrársela, porque no tiene nada”. Como quien sabe desandar esa senda de reconstrucción humanista, brega por el respeto a las luchas indigenistas, dado que “todavía nos falta ser menos gringos, menos europeos y menos racistas”. Así, dejando en off side a los obsecuentes, asegura que “la democracia no es para ser iguales, sino diferentes”. Pura coherencia, pura dignidad, “pues para ser idénticos, no precisamos la libertad”. Siempre poniendo el cuerpo, sin esconder el corazón, resistió con los Tupamaros, como batalló por la legalización, aunque le tensionaran la soga, “porque el narcotráfico es mucho peor que la droga”. Y tras el acercamiento de Uruguay a la Alianza del Pacífico, nos transmitió tranquilidad para la Argentina, “porque la decisión es ocupar todos los espacios donde se discuta la integración de América Latina”, desmintiendo las especulaciones que avisoraban a nuestros países divididos: “Entramos ahí, para darle batalla a los Estados Unidos”. Con acuerdos y diferencias, bancamos a José porque es una masa: “Cuando era joven quería cambiar al mundo y, ahora, la vereda de mi casa”. No debe haber precedente de un acceso tan directo a un presidente, porque un domingo a la noche nos atrevimos a embarcar y el martes a la mañana estábamos desayunando en su hogar. Que no es una mansión, ni tampoco un sucucho: “¿Pobre? Pobres son los que necesitan mucho”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El argumento del Pepe para tranquilizarnos respecto de entrar como miembro observador a la Alianza del Pacífico no logró su cometido.
No es que él argumente fuera del tarro. Es que hasta ahora no mojó con la unión de mercados del sur (Alianza económica Mercosur) ni con la unión de naciones (alianza política, Unasur).
Y aquí la responsabilidad es nuestra (del resto de los socios). Revisemos y rectifiquemos, y luego entonces, tirémosle un poco los huevos al paisito.