martes, 6 de agosto de 2013
Es hora de confesiones. Yo tuve un fato hace tiempo con el gordo. Tuvimos un mero, un abadejo y un surubí. ¡Y no saben lo que costó sacarle el mero al pobre gordito aquél día, porque, imagínense, por la disposición de las escamas el pescadito entró perfecto, así nomás, de una, pero sacarlo...ay Dios mío! No saben cómo sangró el pobre! Qué se yo, tenía ganas de contarles eso. Ah, y como me gustaba sacarle fotos en la caja al gordito!
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