El Comando Amelia es un comando de alumbrado, barrido y limpieza,
de acción pequeña pero contribuyente.
¡AMELIA VENCE!

lunes, 18 de octubre de 2010

COLIBRÍES - HF


Ya se habló mucho de nosotros,
más que nada de esa irrefrenable necesidad de dulzura
que es absorber el néctar de las flores,
y que es calificada por algunos como adicción.
Y de que también podemos volar hacia atrás.
Hasta nos han comparado con insectos,
seguramente por la excesiva vibración
de nuestras tan diminutas alas,
pero son indiscutiblemente diferentes a las del mosquito.
También contribuye a esta confusión
el hecho de que sea muy difícil distinguirnos,
no como ocurre con la enorme águila,
la que alguna vez deslizó ese burlón comentario:
“… pero sus cuerpecillos
están tan estúpidamente suspendidos en el vacío
mientras recogen néctar...”
Y nuestro susurro, comparado muchas veces
con el de las moscas, es el casi imperceptible
canto de regocijo cada vez que podemos
endulzar nuestras lenguas con las amigas flores.
Siempre hay una historia en cada una de ellas,
no es sólo saborear sus néctares, sino conocerlas y amarlas.
Así podemos comprender la amabilidad del jazmín,
la modestia de la violeta, los recuerdos del pensamiento,
la simpatía de la magnolia, el desafío del trébol,
el amor de la margarita, la memoria del romero,
la ternura de la mimosa, el egoísmo del narciso,
la finura de la orquídea, la paz del olivo, la gloria del laurel,
el sueño de la amapola, la inocencia de la azucena,
la galantería del clavel, la sinceridad del crisantemo,
la adoración del girasol o el capricho de la hortensia.
Son tantas, incalculables, hermosas,
que siempre vamos a estar felices y agradecidos
por cargar con este supremo, delicioso padecimiento:
el de ser adictos a las flores.
Por lo demás, que sigan diciendo lo que se les antoje.

1 comentario:

Funes dijo...

Maravilloso, queridísimo Negro.
Todo.