sábado, 16 de octubre de 2010
ENVIDIA - HF
Los acusaban de obrar cada uno a su antojo,
sin consideración por los demás,
a aquellos indios adoradores de Manitú
que habitaban la zona noroeste de Estados Unidos,
el famoso “far west” de las películas.
Los acusaban de ostentar adornos inútiles,
superfluos y extravagantes,
de ser incapaces de percibir cualquier sensación cristiana,
de ser negadores de la existencia de los obligados santos bíblicos,
pero finalmente fueron envidiados.
Entre tantas cosas por las inimitables bebidas
que sólo ellos sabían hacer
y que formaban parte de enlaces con dioses
inalcanzables por los advenedizos carapálidas.
Y esa manera de cabalgar imposible de imitar.
Tal vez éstos, como para poder progresar
en la codiciosa gesta,
finalmente hayan utilizado la envidia
que les producían esos originarios,
aunque mas no fuera para intentar
nuevas formas torpes de encender fogones,
o de querer entender, y difícilmente poder explicar,
cómo fue el origen de todas las cosas.
Seguramente así comenzó
lo que ahora es un gran imperio equivocado,
en el que sus desdibujados artífices
forjaron su propia historia.
Pero sin haber dejado de envidiar
en ningún momento y desde aquél entonces
a esos aborígenes emplumados
demasiado pintados.
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