MURCIÉLAGOS - HF

Los murciélagos volamos, pero no somos pájaros.

No tenemos plumas, nuestro cuerpo

está cubierto por piel y pelos,

y cuando somos pequeños nos alimentamos

con la deliciosa leche de nuestras madres.

Aparentemente somos los únicos mamíferos capaces de volar,

y cumplimos con un buen papel en la naturaleza,

ya sea como polinizadores

o controladores de plagas de insectos,

que son uno de nuestros alimentos predilectos.

Amamos la velocidad y tenemos cierto parecido

con los pícaros ratones por nuestro cuerpo pequeño y peludo.

Y los que mas nos conocen, saben que no somos ciegos,

como muchos creen. Los murciélagos podemos ver.

Otros, ya sean las tranquilas ballenas o los juguetones delfines, 

poseen un mecanismo de sonido que les permite 

percibir absolutamente todo bajo el agua.

Algo más que ver solamente por los ojos.

Y así como ellos lo hacen nadando

nosotros lo hacemos para poder volar en la total oscuridad.

Somos capaces de ver simplemente

por nuestros oídos, acústicamente.

Así y todo, no somos ciegos.

Además del de los insectos,

otro de nuestros deleites es el de paladear el polen

y el néctar de las flores, como lo hacen los pequeños colibríes.

También amamos las frutas silvestres,

y ayudamos a dispersar sus semillas,

que es lo que desechamos al comerlas.

Una pequeña contribución a la armonía general.

Año tras año, en la esperada primavera

regresamos a nuestros mejores lugares, cálidos y húmedos,

para enviarnos señales de celebración a través del aire,

después de haber tenido que invernar en lugares helados.

Y con respecto a la célebre historia

acerca de nuestra afección a la sangre,

del espanto que producimos,

es que lamentablemente sólo trascendió la costumbre

de algunos pocos que tienen como pasatiempo

ir a mordisquear vacas o perros,

o algún humano por casualidad, pero no va más allá de eso.

Por todo esto hemos sido condenados equivocadamente,

cargando con alguna oscura cuestión que desconocemos.

Algunos, los que nos acusan de presuntuosos,

dicen que tanta fama hizo que a los murciélagos

se nos subiera la sangre a la cabeza,

y es así, pero no por soberbia,

sino simplemente por cuestiones de la gravedad.

Pues como todos lo habrán apreciado,

desde siempre hemos dormido colgados, cabeza abajo.
(Versión mejorada)