domingo, 29 de diciembre de 2019
Cuando comencé a arrancarme los dientes pensaba que iba a ser un tormento, pero no dolía demasiado y seguí. Faltaba sacar algunas muelas, era fácil. De una vez por todas quería verme como uno de esos gentiles animales como la anguila, que puede sentir que todo se desliza suavemente por su boca. Estaba harto de masticar. ¿Y por qué martirizar a trozos de animales supuestamente muertos cuando todavía no lo están? ¿Por qué no permitir que esos deliciosos pedazos de ser aún viviente sufran menos antes de empezar a deshacerse entre los ácidos de nuestros estómagos? Estoy seguro de que todo sigue vivo de alguna manera, por eso quise hacer una pequeña contribución en contra del dolor. Porque estoy seguro de que hasta las zanahorias sufren entre nuestros dientes.
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